Por Edgard González Suárez
Pues lo dicho ya desde hace varias semanas, la federación rusa ha resistido los embates del ejercito artificial de Volodimir Zelensky, el “general” y presidente ucraniano; y no solo ha resistido, sino que ha logrado quebrar el frente ucraniano, tanto en Járkov, como en Jerson, las dos líneas de combate que mantuvieron en vilo durante dos semanas al mundo entero.
La contraofensiva ucraniana fue festinada por la prensa occidental como la ofensiva terrestre más importante desde la segunda guerra mundial, con el consecuente avance de las fuerzas ucranianas y la perdida de más del 15% de los territorios anexados por Rusia, y según Deutsche Welle, el País, Francia 24, CNN, entre otras, lograron una retirada, casi una huida del ejército ruso.
Pero mientras la línea del frente resistía, la federación rusa se encargó de desbaratar las líneas de suministro del ejército ucraniano, bombardeando casi ininterrumpidamente, caminos, centrales eléctricas, centros de acopio de armas, batallones movilizados, comandos militares, carreteras, y desde el aire, los drones y la aviación rusa acabaron por dejar en la ruina a más del 90% de la infraestructura estratégica de Ucrania.
La guerra prolongada y de desgaste pensada por la OTAN empieza a dejar secuelas en la moral ucraniana, en la moral europea, e incluso en la moral anglosajona. Por ningún lado se ve como Ucrania, es decir, la OTAN, pueda revertir esta situación y como dijimos anteriormente, era un despropósito pensar que el viejo ejército ucraniano podría vencer al ejercito rojo de la federación.
Zelensky es colocado en pantallas de zoom y videoconferencias, en casi toda organización internacional, para suplicar ayuda económica, apoyo político y moral para Ucrania, cuando el mundo entero ya se dio cuenta que no es más que un facineroso y un neonazi al servicio de los aparatos de inteligencia anglosajones.
Zelensky no solo va perdiendo la guerra, una guerra que no es de él, ni de su país, una guerra que le fue impuesta por los intereses hegemónicos de los lideres anglosajones que sueñan, aún sueñan, que son los amos del mundo.
La guerra ucraniana acabó fracturando a la ONU, a la OEA, a la Unión Europea, al Congreso Americano, a países como Alemania, Francia, Italia, que de repente fueron exhibidos como lo que verdaderamente son, los siempre patrocinadores de guerras y revoluciones en el mundo para imponer, en aras de la libertad y la democracia, sus condiciones productivas y comerciales a los países perdedores de esas guerras.
El Nuevo Orden Mundial diseñado por los neoconservadores de la era Reagan, hace ya 40 años, se empieza a fisurar. El control de los sistemas de intercambio comercial, industrial, tecnológico y financiero no solo tiene ya competidores fuertes y decididos a trastocar ese orden, sino que ahora son un verdadero desafío para el diseño hegemónico del mundo anglosajón.
La reactivación económica de los BRICS, el fortalecimiento de los mecanismos de intercambio en Asia central, y el nuevo rol de China en el Asia-pacifico y África, han puesto a pensar a muchos países, de fuera y de dentro del diseño hegemónico, sobre como sobrevivirá el diseño institucional nacido desde la Segunda Guerra Mundial.
Parece que Rusia y China abrirán un diseño diferente, para alcanzar más socios o estados asociados en mecanismo internacionales de nuevo cuño que hagan contraste con las botas militares y tecnológicas con que occidente ha mantenido el control en la mayor parte del planeta.
Me parece que lo que pudiera estar emergiendo no es un nuevo orden mundial, sino la coexistencia de mecanismos internacionales basados en la cooperación y en propósitos y objetivos de desarrollo compartido, cohabitando, al mismo tiempo, con un diseño pensado para mantener a los cárteles industriales, tecnológicos y financieros de las potencias occidentales.
La guerra aún no acaba, Zelensky pierde la guerra y arrastra a Europa, clama apoyo financiero y militar, “dirige” como una verdadera marioneta, la guerra desde Polonia y envía en su décima movilización a sus últimos reservistas. Europa exige terminar con la guerra, iniciar negociaciones, y la pésima gestión anglosajona podría, en menos de un mes, en pleno invierno, iniciar negociaciones para acordar los términos del fin de un ensayo donde los tanques, aviones, misiles los puso occidente y los muertos, los heridos y las víctimas los pusieron los ucranianos.
