Por Edgard González Suárez
Hace unas semanas, hablaba aquí, acerca de la furia que inevitablemente se desataría sobre Ucrania a partir del ataque terrorista con un coche bomba y que iba dirigido en contra de Alexander Dugin, y donde lamentablemente perdió la vida su hija Darya Dugina.
Los hechos ocurrieron el pasado sábado 20 de agosto cerca de las 9:00 de la noche en las afueras de Moscú, hace ya casi dos meses. Mi interpretación en esa ocasión sugería que la provocación, el crimen y el tipo de atentado, vitalizarían, en el comando central del Kremlin y el ministerio de la defensa de la federación rusa, a los sectores más duros y los que claman, un día sí y otro también, que a Ucrania se le ha dejado sobrevivir y que ello, para rusia, no significaba nada, ni había ningún avance significativo en su proyecto político-militar.
El clamor de los duros era abatir y arrasar definitivamente con el ejercito ucraniano y desarrollar el plan para eliminar al comando central del ejército ucraniano y barrer de la faz de la tierra a Zelensky y a los nazis que lo sostienen.
Un mes después, el 23 de septiembre dieron inicios los referéndums en 4 zonas del oriente de Ucrania: Luganzk, Donest, Zaporilla y Kherson, la votación dio como resultado la incorporación de esas zonas al régimen y a la constitución rusa. Los resultados fueron festejados con jubilo y fanfarrias por los rusos de esas zonas y los rusos de la federación.
El 26 de septiembre, partió de los EEUU un avión P8 tipo Poseidón de la Marina Norteamericana hacia Polonia, y en la madrugada del día 26 el gasoducto Nord Strem 2 fue volado para interrumpir el suministro de gas ruso hacia el exterior, principalmente Alemania. El ataque terrorista tuvo como objetivos, no solo evitar el suministro de gas ruso a Alemania, sino obligar a la propia Alemania ha dejar de querer estar con dios y con el diablo, presionarla para abandonar la idea del “proyecto conjunto” con Rusia, Obligar a Alemania a comprarle el Gas licuado a los americanos y de paso dejar la provocación en la cara de Putin para acorralarlo y tentarlo a subir de tono la confrontación y pretextar la intervención americana abiertamente en el conflicto.
Pero lo que parece que llegó al límite, fue lo sucedido el sábado 8 de octubre, los servicios secretos del régimen ucraniano, en una operación que les llevó, por lo menos, un mes de preparación, volaron el puente de Kerch, un puente que une Crimea con Ucrania y que permite el comercio, y el abasto de ambas zonas, pero sobre todo el suministro de recursos al ejercito ruso. El golpe no solo intentaba ser económico y militar sino sobre todo moral, intentando demostrar que Ucrania estaba decidida a dar la batalla y recuperar lo que consideran suyo: Crimea.
Cabe destacar qué entre agosto y octubre, ha habido enfrentamientos militares terrestre en varias zonas de Ucrania, batallas durísimas y donde quedó demostrado no solo el control de los americanos y los británicos de las operaciones, sino la presencia de miles y miles de mercenarios que han sido contratados para sustituir al ejercito ucraniano que evidentemente no tiene la fuerza numérica ni la capacidad para detener al ejército ruso, pero sobre todo, la presencia de artefactos militares extranjeros, todos ellos occidentales.
Los combates obligaron a las fuerzas rusas a retroceder, incluso salir de varias zonas que mantenían bajo control, como Karpov y kherson, y que la prensa occidental y la propaganda festejaron como derrotas del ejército rojo.
Esta secuencia de hechos, obligaron a Vladimir Putin, primero a cambiar de inmediato a su general en jefe, de las operaciones en Ucrania y nombrar, en cuestión de horas, después del ataque al puente de Kerch, al siberiano Sergei Surovikin su mejor hombre al frente de las operaciones en Siria y hoy en Ucrania, un general, que como respuesta planificó un bombardeo con misiles de precisión a más de 13 ciudades ucranianas, incluida Kiev, ciudad qué hasta ese momento, había sido respetada.
Ahora el 40% del país se encuentra incomunicado, 300 localidades sin energía eléctrica, otras tantas con dificultades para el suministro de agua, abatidos los principales centros de operaciones militares de Ucrania, y lo que parece una verdadera suerte, Volodomir Zelensky pudo escapar por minutos del ataque con los misiles teledirigidos.
La llegada de los duros para intentar imponer las condiciones del acuerdo de paz sugieren varias cosas: 1) la Guerra entrará en su fase más álgida y no vista antes en Ucrania, 2) Ucrania y Europa se preparan para enfrentar el invierno en condiciones muy difíciles, 3) las movilizaciones públicas en Italia, Francia, Alemania y otros países europeos han puesto en cuestión la pertinencia de colaborar con los EEUU en una guerra que no pueden ganar y les está costando muchísimo en nivel de vida, inflación, comodidades y estatus geopolítico.
Tanto americanos como rusos amenazan con emplear energía nuclear, cosa que no va a suceder, lo qué si puede suceder, es que la guerra se extienda otros seis meses más, los golpes precisos o espectaculares hagan de la guerra un pasatiempo, y al final, sino pueden imprimirle suficiente daño a rusia, como predijo al inicio del conflicto Henry Kissinger, Ucrania acabará por tener un estatus neutral como Finlandia, para darle garantías sobre su seguridad a Rusia.
