Por: Miguel Salvador Rodríguez Azueta
Hace 507 años un aventurero español consideró que un islote rodeado de arrecifes frente a una costa desconocida sería una excelente base de operaciones para futuras exploraciones, así nace San Juan de Ulúa.
Un año después, otro aventurero se atreve a adentrarse en tierra firme, contra todo pronóstico funda una nueva nación y San Juan de Ulúa se convierte en el puerto y puerta de entre ambos mundos.
Con el paso de los siglos, el islote coralino se transforma en una impresionante fortaleza símbolo del poderío español y con el ocaso del mismo imperio, esta fortaleza también va perdiendo sus innovaciones, sin embargo, nunca deja de ser el primer puerto de la Nueva España.
Podríamos decir que la cuenta regresiva comienza en septiembre de 1821 después de la firma de los tratados de Córdoba y la entrega de la ciudad de México al ejercito trigarante, las tropas españolas restantes se trasladan a San Juan de Ulúa que se convertiría en el Gibraltar de la nueva nación mexicana.
La historia oficial ha omitido los sucesos que a partir del Imperio de Iturbide se fueron desencadenando para la conquista de la fortaleza, tal vez porque uno de los actores principales fue Antonio López de Santa Anna en 1822.
Curiosamente, también se ha pasado por alto la llegada ese mismo año de los enviados de España para negociar la revuelta de la Nueva España.
Juan Ramón Oses, Santiago Orisarri y Blas Oses iniciaron las negociaciones primero con Iturbide y posteriormente en septiembre de 1823 en la Villa de Xalapa, con Miguel Ramón Adauco Fernández, alias “Guadalupe Victoria” representante del Supremo Gobierno Mexicano
Mientras esto ocurría, en un hecho digno de una película de espías – que si lo fue- los enviados diplomáticos del Imperio Británico trabajan de igual forma para entablar un tratado de comercio y de reconocimiento de la nueva nación.
Gracias a al trabajo de recopilación del Dr. Juan Ortiz Escamilla, en la obra “Veracruz, la guerra por la Independencia de México 1821-1825, antología de documentos” el día de hoy sabemos con certeza que fue lo que pasó para que las negociaciones fracasaran.
La manzana de la discordia en aquel momento no fue posesión por parte de los españoles de San Juan de Ulúa, sino la isla de Sacrificios, lugar que reclamaba el comandante español de Ulúa como parte de su soberanía junto con el Castillo y mientras las negociaciones de paz continuaban al mismo tiempo los comandantes de la Nueva Veracruz y de San Juan de Ulúa, se enfrascaron en un pleito por la posesión de la isla, lo que ocasionó que a finales del mes de Septiembre de 1823 la fortaleza rompiera el fuego sobre la ciudad, dando inicio a los acontecimientos que concluirían con el título de Heroica para la ciudad de Veracruz.
Así las cosas, el 10 de octubre de 1823 el Supremo Poder Ejecutivo nombrado por el Congreso Mexicano, declaraba el bloqueo de San Juan de Ulúa un hecho histórico por ser Guadalupe Victoria el Comandante de la plaza designado para la defensa y cuyas acciones, seguidas posteriormente por Miguel Barragán y Pedro Sainz de Baranda incluyeron la formación de una modesta escuadra naval, la formación exprés de marineros para los mismos, todo financiado por un préstamo económico de usureros ingleses que como maldición nos persiguió hasta finales del siglo XIX.
Por su parte, los defensores castellanos de San Juan de Ulúa, no estaban en un lecho de rosas, condiciones insalubres, enfermedades, falta de alimentos frescos y el fracaso del gobierno español para establecer un puente de abastecimientos, fueron también detonantes para que el 18 de noviembre de 1825 el recién llegado comandante del castillo José Coppinger firmara la capitulación y el día 23 del mismo mes las tropas que estaban en condiciones físicas de moverse, embarcaran rumbo a Cuba.
Hoy, hace 200 años la bandera mexicana ondeaba en la ancestral fortaleza coralina.
Nota: La ciudad de Veracruz fue declarada heroica por estos hechos, mediante decreto del congreso estatal, el 29 de julio de 1826, título y nombre que aún hoy conserva.
