Por Viridiana Ramírez Hernández

Especialista en políticas públicas, género y derechos humanos.
Introducción
Ser mujer en política ya es una forma de resistencia.
Pero, ser mujer y feminista dentro de un partido político es, en muchos casos, una batalla silenciosa contra estructuras que toleran la presencia femenina, sólo mientras no se cuestione las reglas del juego. ¿Por qué?, sencillo, en México el poder siempre ha tenido rostro masculino. Por décadas, los espacios de decisión se han construido desde estructuras patriarcales, hasta ahora, que se abrió una grieta: por primera vez, una mujer gobierna el país. La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia ha sido celebrada como el triunfo definitivo de la paridad.
La reforma que lo cambio todo
La reforma constitucional de 2019, conocida como la de “PARIDAD EN TODO”, fue presentada como una conquista histórica para la democracia mexicana. Sin embargo, esa conquista como advierte la politóloga Flavia Freidenberg (2022), garantizó presencia, pero no poder. Los partidos políticos aprendieron a cumplir con la ley sin transformar sus estructuras: postulan mujeres, sí, pero en distritos perdidos, en suplencias, en cargos sin presupuesto, o están aquellas que aun siguen jugando las reglas misóginas y machistas, porque recordemos que cuerpo de mujer no significa conciencia de género.
La ex consejera del INE Pamela San Martín (2021), lo resumió con precisión: “se cumple con la norma, pero se incumple con el espíritu”. La paridad se ha convertido, así, en una sofisticada forma de simulación política, donde las mujeres son figuras decorativas de un sistema que sigue siendo dirigido por hombres.
El poder simbólico: una fachada que resiste a transformarse
El fenómeno de la representación simbólica, descrito por Pierre Bourdieu (y retomado por diversas feministas latinoamericanas) explica cómo el poder patriarcal logra reinventarse, incluso dentro de los discursos progresistas.
En México, los partidos políticos han instrumentalizado el lenguaje del feminismo para legitimar su imagen pública, pero sin comprometerse con una agenda de género real.
La creación de Secretarías de las Mujeres o campañas contra la violencia machista son avances importantes, pero insuficientes si no están acompañados de recursos y políticas públicas efectivas. Un ejemplo claro es el recorte al presupuesto para la política de género en 2025, incluso cuando el nuevo gobierno promueve la igualdad en su narrativa oficial. Esa contradicción ilustra el dilema de la era Sheinbaum: una mujer en el poder, pero un poder que aún no es feminista.
El feminismo mexicano no nació en los congresos, sino en las calles. Lo parieron las madres buscadoras, las colectivas universitarias, las jóvenes que gritaban “no me cuidan, me violan”.
Ejemplo de ello son las marchas del 8 de marzo en Ciudad de México, Querétaro y Nuevo León, donde las consignas contra los feminicidios y desapariciones se repiten año con año, sin resultados contundentes. Según el Observatorio Nacional Ciudadano (2024), más del 95% de los casos de violencia de género continúan en impunidad.
Asimismo, iniciativas como la Ley 3 de 3 contra la violencia, que prohíbe a agresores sexuales, deudores alimentarios o violentadores ocupar cargos públicos, han enfrentado resistencia en su aplicación local. Aunque fue aprobada a nivel federal en 2023, varios congresos estatales (como los de Campeche y Michoacán) aún no han armonizado su legislación.
En el México actual, esa violencia adopta nuevas formas: acoso digital, misoginia mediática y violencia política de género, que según el INE (2024) supera los 900 casos documentados en solo cuatro años.
Mientras tanto, los partidos se resisten a ceder control real. Marcela Lagarde (2015) sostiene que “no se trata solo de que las mujeres lleguen, sino de que transformen el poder”. Pero la transformación no se logra en un sistema que las incluye por obligación y no por convicción.
Iniciativas feministas paralizadas en el Congreso
A pesar de que México ha visto avanzar discursos incluyentes, numerosas iniciativas con perspectiva de género han quedado estancadas en el Congreso Federal. Entre ellas, la Ley General del Sistema Nacional de Cuidados, que busca reconocer el derecho al cuidado y redistribuir las tareas no remuneradas entre Estado, mercado y familias. Esta propuesta lleva más de tres años pendiente de dictamen en el Senado.
También la iniciativa para sancionar la violencia gineco-obstétrica —promovida por la diputada María Teresa Ealy (MORENA) permanece sin aprobación (a pesar del respaldo de organizaciones civiles). Lo mismo ocurre con las propuestas para reconocer la violencia simbólica como delito, garantizar la educación menstrual en escuelas, o la reforma para cerrar la brecha salarial y fortalecer la igualdad sustantiva.
De acuerdo con un reporte de Infobae (2025), al menos 36 iniciativas feministas permanecen sin dictamen, aun cuando la Cámara de Diputados cuenta con mayoría de mujeres. Este rezago demuestra que la paridad no garantiza acción legislativa efectiva.
“El Congreso mexicano está lleno de mujeres, pero muchas de sus propuestas siguen sin salir de las comisiones. La igualdad no se legisla sola; necesita voluntad política”
— Infobae, 4 de mayo de 2025.
El espejo de Sheinbaum
El arribo de una mujer a la presidencia abre un nuevo capítulo simbólico: el del poder con rostro femenino, pero también el del escrutinio permanente. Cada decisión, cada omisión y cada postura serán leídas no solo en clave política, sino también en clave de género. Ella representa lo que Rita Bell López-Vences (2024) llamó “la contradicción de los partidos controlados por hombres, aunque una mujer llegue al poder”. Su gobierno será medido no solo por su gestión económica o política, sino por su capacidad de romper (o reproducir) las inercias patriarcales. El riesgo está en que su triunfo sea usado como argumento para silenciar las demandas feministas: “ya tienen una presidenta, ¿qué más quieren?”.
La respuesta dependerá de la capacidad de los movimientos sociales para mantenerse críticos y de la voluntad del poder para no criminalizar la disidencia. En ese sentido, la historia ofrece una lección: las grandes transformaciones no se decretan desde arriba; se conquistan desde abajo.
Conclusión: del número al poder real
La llegada de una mujer a la presidencia no puede ser el punto de llegada del feminismo, sino un punto de partida. La igualdad numérica ya se logró; lo que falta es el poder real. El desafío de esta etapa será que la presencia femenina no sea usada como ornamento, sino como herramienta de transformación.
La verdadera transformación política no consiste en tener más mujeres en el poder, sino en cambiar la forma en que el poder se ejerce. Cada vez que una mujer se niega a ser cómplice del silencio, desafía al patriarcado partidista.
Mientras tanto, las calles siguen recordando al gobierno sus pendientes. Marchas como la del Día de la Niña (2023), o la Marcha Nacional contra la Violencia Vicaria (2024), exigen que las leyes no queden solo en letras muertas; como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, aprobada desde 2007, y que sigue sin aplicarse de manera uniforme. La resistencia del Estado a cumplir sus propios
compromisos demuestra que la igualdad sustantiva aún es una promesa a medio cumplir.
Y aunque el costo sea alto, su existencia abre el camino a las que vienen detrás. Porque, como escribió Audre Lorde, “no hay lucha sin desobediencia, y no hay libertad sin incomodidad” (Lorde, 1984).
Las mujeres que incomodan, no son el problema. Son la evidencia viva de que el sistema político mexicano todavía teme a la igualdad real.
Bibliografía
- Barragán, Almudena. (2024). “El Gobierno de Sheinbaum lanza una campaña contra la violencia machista pero recorta el gasto de la política de género para 2025”. El País. https://elpais.com/mexico/2024-11-25/el-gobierno-de-sheinbaum-lanza-una- campana-contra-la-violencia-machista-pero-recorta-el-gasto-de-la-politica-de-genero- para-2025.html
- Bell López-Vences, R. (2024). Los partidos políticos en México siguen controlados por los hombres aunque una mujer llegue al poder. El País. https://elpais.com/mexico/ elecciones-mexicanas/2024-05-31/rita-bell-consejera-electoral-los-partidos-politicos- en-mexico-siguen-controlados-por-los-hombres-aunque-una-mujer-llegue-al- poder.html
- Butler, J. (2007). El género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad. Paidós.
- Centro de Estudios Espinosa Yglesias (2019). Movilidad Social en México: hacia la igualdad de oportunidades.
- Federici, S. (2018). El patriarcado del salario. Tinta Limón.
- Freidenberg, F. (2022). Paridad y poder: los límites de la representación política femenina en América Latina. UNAM.
- García S, Andrés. (2025). Persiste rezago legislativo en materia de género, aun con mayoría femenina en la Cámara de Diputados. Infobae. https://www.infobae.com/ mexico/2025/05/04/persiste-rezago-legislativo-en-materia-de-genero-aun-con- mayoria-femenina-en-la-camara-de-diputados/
- INE (2024). Informe sobre violencia política en razón de género 2020-2024.
- Lagarde, M. (2015). Los cautiverios de las mujeres: madres, esposas, monjas, putas, presas y locas. Siglo XXI Editores.
- Ley General de Salud. (Iniciativa de Decreto, 2025). Ley General de Salud, en Materia de Derechos Reproductivos y Violencia Gineco- Obstétrica. (https://sil.gobernacion.gob.mx/Archivos/Documentos/2025/03/ asun_4849814_20250305_1741129713.pdf).
- Ley General del Sistema Nacional de Cuidados. (Iniciativa de Decreto, 2021). (https://www.senado.gob.mx/66/gaceta_del_senado/documento/121550).
- Lorde, A. (1984). Sister Outsider: Essays and Speeches. Crossing Press.
- Magaña Torres, Rita. 2023. 7 estados preocupan, les falta ley 3 de 3, CDMX estaría próxima. Cimacnoticias. https://cimacnoticias.com.mx/2023/11/15/7-estados- preocupan-les-falta-ley-3-de-3-cdmx-estaria-proxima/
- San Martín, P. (2021). Entrevista con El País: “La paridad formal no basta: los partidos deben abrir el poder a las mujeres”.
