El fundador de WikiLeaks, Julian Assange, apareció públicamente este sábado en el funeral del Papa Francisco, celebrado en la plaza de San Pedro, en el Vaticano.
Acompañado de su esposa, Stella Assange, y sus dos hijos, el activista australiano quiso rendir homenaje al pontífice y agradecerle su respaldo durante los años en que estuvo privado de libertad.
La noticia fue confirmada por la propia Stella Assange a través de la red social X, antes Twitter, donde compartió una imagen familiar tomada en la Via della Conciliazione, con la Basílica de San Pedro como fondo.
En la foto, se puede ver al matrimonio y sus hijos posando en las inmediaciones del Vaticano.
“Ahora que Julian es libre hemos venido todos a Roma para expresar la gratitud de la familia por el apoyo del Papa durante la persecución a Julian”, escribió Stella en su mensaje.
El gesto de Assange adquiere un peso especial por el vínculo que desarrolló con el Papa Francisco en los últimos años.
Según reveló Stella, el pontífice escribió personalmente a Julian durante su reclusión en la prisión de alta seguridad de Belmarsh, en el Reino Unido, e incluso llegó a ofrecerle asilo en el Vaticano como gesto humanitario.
En junio de 2023, ella y sus hijos mantuvieron un encuentro privado con el papa Francisco para hablar de la situación legal y humanitaria de Assange, quien en ese momento aún enfrentaba un largo proceso de extradición a Estados Unidos.
El funeral del papa Francisco reunió este sábado a miles de fieles y líderes políticos de todo el mundo.
La presencia de Assange entre los asistentes ha sido vista por muchos como un símbolo de reconciliación y gratitud, pero también como una reafirmación de su rol como figura clave en el debate global sobre libertad de prensa, transparencia y derechos humanos.
Tras años de encierro y lucha judicial, la imagen de Assange en Roma marca un nuevo capítulo en su vida personal y pública, y su participación en el último adiós al papa Francisco pone en evidencia una relación de respeto mutuo y solidaridad que trascendió los muros de una prisión.
Fuente: Milenio
