El Banco Central Europeo recortó los tipos de interés este jueves, tal y como se esperaba, y mantuvo la puerta entreabierta a más recortes, a pesar de que la inminente guerra comercial con Estados Unidos y los planes para aumentar el gasto militar están impulsando la mayor agitación de la política económica europea en décadas.
Por sexta vez desde junio, el BCE redujo su tipo de depósito a 2.5 por ciento, en vista de la ralentización de la inflación y el crecimiento, y afirmó que los tipos seguían limitando la actividad económica, aunque menos que en el pasado.
Esta argumentación sugiere que podrían producirse más recortes de tipos, ya que el banco lleva tiempo señalando que la restricción ya no es necesaria mientras la inflación, en 2.4 por ciento el mes pasado, se dirige con seguridad de nuevo a su objetivo de 2 por ciento este año.
“La política monetaria se está volviendo significativamente menos restrictiva”, dijo el BCE en un comunicado, cambiando su orientación anterior de que los tipos seguían siendo restrictivos. “El proceso de desinflación va por buen camino”.
El lenguaje matizado significa que no se da por hecho otro recorte de tipos en abril, mientras los dirigientes de línea dura de la política monetaria ya abogan por la cautela.
El BCE también rebajó este jueves, por cuarta vez consecutiva, sus previsiones de crecimiento económico para 2025, situándolas en 0.9 por ciento, sólo ligeramente por encima de 0.7 registrado el año pasado.
La inflación se situaría en 2.3 por ciento este año, por encima de 2.1 de hace tres meses.
“Las revisiones a la baja (del crecimiento) para 2025 y 2026 reflejan un descenso de las exportaciones y una continua debilidad de la inversión, en parte debido a la elevada incertidumbre de la política comercial y a una incertidumbre más amplia en torno a la política monetaria”, señaló.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, podría reconocer que estas proyecciones solo reflejan parcialmente las perspectivas, dados los cambios excepcionales que se han producido desde la fecha límite de elaboración de estas cifras.
Se avecina una guerra comercial con Estados Unidos y las empresas están frenando la inversión hasta que se aclaren las medidas que se tomarán contra la Unión Europea y cómo los aranceles impuestos a otros países podrían redirigir los flujos comerciales.
Mientras tanto, Alemania y la Comisión Europea han anunciado transformaciones radicales en las normas fiscales para impulsar el gasto en defensa e infraestructuras, en parte para sustituir el apoyo estadunidense a Ucrania, lo que supondría un cambio de gran magnitud que podría afectar al crecimiento durante años.
Fuente: La Jornada
