Moisés Hernández Yoldi
El reciente anuncio de Donald Trump sobre la imposición de aranceles del 25% a productos de México y Canadá a partir del 20 de enero de 2025, apenas asuma la presidencia, es un golpe directo a la estabilidad económica de América del Norte.
Bajo el argumento de que ambos países no están haciendo lo suficiente para detener el flujo migratorio ilegal y la introducción de fentanilo a Estados Unidos, Trump está reavivando su agenda proteccionista y nacionalista que marcó su primer mandato.
Esta decisión, que ya ha generado una depreciación del peso mexicano del 1.5% frente al dólar en las últimas horas, es solo el comienzo de lo que podría ser una crisis económica y política para la región.
El regreso de la doctrina Trump
Desde su llegada al escenario político, Donald Trump ha sido un defensor acérrimo del proteccionismo económico y del “America First”, una doctrina que busca privilegiar los intereses estadounidenses a costa de sus socios comerciales.
Durante su primer mandato, esta visión se tradujo en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), que derivó en el T-MEC, un acuerdo que, aunque modernizó ciertos aspectos del comercio regional, también incluyó cláusulas que limitan la soberanía económica de México y Canadá.
Trump ha mostrado una actitud hostil hacia México y Canadá en el pasado, acusándolos de aprovecharse de Estados Unidos en términos comerciales y migratorios. La amenaza de nuevos aranceles, aunque no sorprendente, es una muestra más de su enfoque confrontativo, que ignora los principios de cooperación regional y exacerba las tensiones en un momento en que la región debería estar más unida que nunca frente a retos globales como la guerra comercial con China.
Consecuencias para México y Canadá
El anuncio de Trump llega en un momento de creciente fragilidad económica en México, marcada por una desaceleración industrial y la dependencia del comercio con Estados Unidos, que representa cerca del 80% de sus exportaciones.
Una tarifa del 25% impactaría gravemente sectores clave como el automotriz, el agrícola y el manufacturero, generando pérdida de empleos, reducción de inversión extranjera y encarecimiento de productos.
Para Canadá, el panorama no es menos sombrío. Su industria maderera, energética y automotriz podría enfrentar enormes dificultades para competir en el mercado estadounidense, afectando miles de empleos y comprometiendo su recuperación económica tras la pandemia.
Además, la medida amenaza con romper la cohesión del T-MEC, un acuerdo que, aunque firmado con tensiones, era visto como un baluarte de estabilidad para la región.
Trump parece dispuesto a dinamitarlo en aras de sus objetivos políticos, dejando a América del Norte en una posición vulnerable frente a potencias como China y la Unión Europea.
La personalidad de Trump y el populismo nacionalista
El estilo de liderazgo de Donald Trump, caracterizado por el populismo, la retórica incendiaria y la toma de decisiones unilaterales, es el catalizador de esta nueva crisis. Trump ha demostrado ser un político que prioriza la percepción de fuerza y control sobre los resultados a largo plazo.
Su insistencia en culpar a México y Canadá de problemas internos en Estados Unidos, como la crisis del fentanilo o la migración, no solo carece de fundamento en muchos casos, sino que también refleja su estrategia de movilizar a su base electoral apelando al miedo y al resentimiento.
El proteccionismo de Trump no es más que un reflejo de su visión aislacionista. Si bien este enfoque puede generar réditos políticos a corto plazo, como lo demostró en 2016, las consecuencias a largo plazo son desastrosas.
La escalada de aranceles durante su primer mandato no solo encareció productos para los consumidores estadounidenses, sino que también generó pérdidas para agricultores y exportadores, muchos de los cuales forman parte de su base electoral.
Reacciones en México: entre la división y la irresponsabilidad
Lo más preocupante de esta situación no es solo la amenaza de los aranceles, sino la reacción interna en México. Es alarmante ver cómo ciertos sectores de la oposición celebran el anuncio de Trump como una forma de castigo al gobierno de Claudia Sheinbaum y al régimen actual, ignorando que las consecuencias afectarán a millones de mexicanos, independientemente de su afiliación política.
Esta postura revela una peligrosa falta de patriotismo y un oportunismo político que antepone los intereses partidistas al bienestar nacional. En lugar de buscar la unidad frente a una amenaza externa, algunos actores parecen dispuestos a ver arder la economía mexicana con tal de ganar terreno político.
El panorama que se avecina
La llegada de Trump al poder promete un periodo de incertidumbre y volatilidad para América del Norte. México y Canadá deben prepararse para una negociación difícil, reforzando su cooperación bilateral y buscando aliados en el ámbito internacional para contrarrestar las políticas unilaterales de Estados Unidos.
En este contexto, el liderazgo de México será clave. Claudia Sheinbaum enfrentará uno de los mayores desafíos de su gobierno, no solo en términos económicos, sino también diplomáticos.
Será necesario mantener una postura firme, pero conciliadora, para evitar que las amenazas de Trump se conviertan en una realidad que comprometa el futuro de la región.
La amenaza de aranceles de Trump no es solo un ataque al comercio; es un ataque a la integración regional, la estabilidad económica y los principios de cooperación.
Enfrentar esta crisis requerirá más que respuestas reactivas; demandará una visión estratégica que, hasta ahora, parece estar ausente en todos los frentes.