Edgard González Suárez
No solo en México, sino en una gran parte del mundo, se vive una gran crisis estratégica sobre las políticas públicas, la representación y el sistema democrático. Una crisis que no empezó ayer, ni hace diez años. El debate estratégico acerca del sistema de representación social, la democracia como como diseño institucional y las políticas públicas derivadas de esas instituciones tienen como mínimo 30 años, y hay teóricos que asumen que dicha crisis lleva ya por lo menos 40 años.
La lucha política entre los modelos de gestión económica centrados, uno, en la “libre” autorregulación de las fuerzas del mercado, es decir, una libertad de inversión, financiación y comercialización, sin intervenciones estatales o gubernamentales, y que promete crear riqueza y distribuirla a través de políticas públicas que beneficien a la población, centrada básicamente en educación, salud y seguridad pública. Y dos, un modelo centrado en la recuperación y mantenimiento de un estado fuerte que garantice los equilibrios y regulaciones necesarias para evitar la pérdida de los sectores estratégicos para una nación que promueva la inversión privada en áreas específicas, incentive la producción de riqueza y ésta se distribuya mediante políticas públicas que beneficien a amplios sectores populares, a los trabajadores de las áreas productivas y a los grupos socialmente vulnerables.
Estos son los dos grandes modelos de gestión económica en el mundo, lo mismo debaten en India, Brasil, Rusia, Gran Bretaña, Japón, Argentina, Corea, EEUU o México.
Hasta ahora, hasta el día de hoy, no hay otros modelos viables, factibles: el modelo cubano o norcoreano, son modelos subsidiados, fracasados, desde el punto de vista nacional, derivados de factores geopolíticos y sociohistóricos. El modelo bolivariano venezolano sigue un patrón similar, de acoso por parte del imperialismo, que pretende a toda costa evitar que las reservas petroleras de esa nación terminen en manos rusas o chinas, y el régimen lucha por su soberanía e interés nacional.
Los modelos con viabilidad, los primeros mencionados, son los que verdaderamente se disputan el proyecto nacional en cada país, y donde se han ensayado distintas formas tanto de representación social como de diseño democrático. Cada modelo ha generado distintos tipos de partidos, de régimen político, y de lucha político electoral. No hay sistemas democráticos, en el mundo, libres de tensiones, de luchas y de reformas jurídicas.
De esta manera, el modelo neoliberal -Libre empresa sin regulación del estado- ha entrado en una crisis estructural, en Canadá, en los Estados Unidos, en la Unión Europea, en América Latina, y también en México. En los países angloamericanos y europeos los desafíos vienen de la ultraderecha nacionalista, en los países latinoamericanos los desafíos vienen de la izquierda progresista y popular.
Por ello, es que decimos que la oposición en México no solo esta en crisis, en México no hay oposición, los neoliberales se cebaron de corrupción, se entregaron de manera parasitaria a los intereses globalistas y extranjeros y perdieron la confianza electoral. Su descredito es tal que el rechazo arrasó con partidos, liderazgos, empresarios entreguistas, intelectuales de televisión, medios de comunicación, y todas las instituciones al servicio del neoliberalismo fueron desbaratadas en un sexenio, que mostró, que las cosas podían hacerse de manera diferente.
Los partidos ahora opositores, PRI y PAN se en encuentran en ruinas, disminuidos y sin proyecto alternativo. Siguen montados en que vendrá la destrucción de la democracia nacional, se nos impondrá un régimen político dictatorial, que viene la persecución de la oposición política, su censura y encarcelamiento, que nos espera una debacle económica, que perderemos nuestra libertad y posesiones, que nos impondrán una ideología marxista y comunistas y como cantaleta ya abominable, vamos derechito a ser la copia del gobierno venezolano.
Fantasías, mentiras, bulos y mera propaganda. Para que haya oposición tiene que haber proposición. Y hasta ahora, lo único que hemos visto, tanto en los medios como en las calles son refritos de la estrategia negacionista y de confrontación de los partidos neoliberales.
Estoy seguro, que los partidos neoliberales, pensaron que el triunfo de la 4T sería pasajero, sería un traspié electoral, que los partidos neoliberales regresarían triunfantes si atacaban a machetazos todos los días a López Obrador y fracasaron. Y por supuesto no se recuperan anímicamente de la bochornosa derrota electoral del 2 de junio y los niveles de popularidad con que se retiró López Obrador y la llegada de Claudia Sheinbaum.
He oído, en los partidos neoliberales la necesidad de refundarse, lo cual no deja de ser una idea interesante, pero lo que alcanzamos a ver, es que siguen en el discurso descalificador: no vinieron jefes de estado a la protesta de la presidenta, la estrategia de seguridad no dará resultados, hay 200 mil muertos en los hombros de Sheinbaum, México nunca fue invadido ni conquistado por los españoles, el poder judicial puede impedir la reforma del poder judicial, y N linduras y disparates como esos.
Mientras la oposición siga con esta cantaleta seguirán aislándose, seguirán alejándose de las mayorías y no podrán avanzar ni un milímetro, ni un voto, a lo sumo podrán mantener a su núcleo duro, sino es que empiezan a perder adeptos en los próximos tres años, y el dominio de la 4T pudiera extenderse otros dos sexenios más como mínimo.
