Por Art1llero
“La sombra del Caudillo”, de Martín Luis Guzmán, es una obra que trasciende su tiempo. Publicada en 1929, esta novela ha sido reconocida como una pieza clave en la literatura mexicana por su incisiva crítica a la política del México postrevolucionario.
En ella, Guzmán nos sumerge en un mundo de traiciones, conspiraciones y ambiciones desmedidas, todos elementos que definirían no solo el contexto inmediato de los años posteriores a la Revolución Mexicana, sino también décadas de historia política en el país.
El relato, que sigue las tensiones entre políticos revolucionarios en la lucha por el poder, se convierte en un espejo de la vida política mexicana, donde las promesas revolucionarias de justicia, igualdad y democracia se diluyen en la ambición personal y el autoritarismo de quienes, bajo el manto del caudillismo, se presentan como salvadores de la nación.
La figura del “Caudillo” en la novela, inspirado en Álvaro Obregón, es una representación del poder absoluto, el líder que, aunque retirado formalmente, sigue manejando los hilos del país tras bambalinas.
Este trasfondo político nos obliga a pensar en cómo la traición y la intriga han sido componentes esenciales en la historia de México, desde la traición a Madero hasta la consolidación del Partido Revolucionario Institucional (PRI) como un partido hegemónico que, durante más de 70 años, controló la vida política del país con un poder que, en esencia, era el de un nuevo “caudillo colectivo”.
Esta sombra del caudillo ha seguido presente en las décadas siguientes, como lo demuestra uno de los episodios más trágicos y simbólicos de la política mexicana: el magnicidio de Luis Donaldo Colosio en 1994.
Colosio, visto por muchos como el posible reformador del PRI, fue asesinado en un momento crucial de su carrera, y su muerte fue interpretada por algunos como el último golpe del viejo régimen priista. En cierto sentido, Colosio representaba el intento por alejarse de la sombra del caudillismo, de la mano dura que había gobernado México por tanto tiempo, y su asesinato fue un recordatorio del poder que aún tenía el sistema de corrupción y traición política.
Sin embargo, fue en el año 2000 cuando el PRI finalmente cayó, y el Partido Acción Nacional (PAN), con Vicente Fox, llegó al poder. Para muchos, este cambio representó la primera gran ruptura con el caudillismo y el autoritarismo.
Pero la historia demuestra que el poder en México sigue siendo un juego de intrigas y traiciones, con nuevas formas de caudillismo, ahora menos explícitas pero igualmente poderosas.
En la actualidad, la figura de Andrés Manuel López Obrador representa, para algunos, el último de los caudillos. Como líder indiscutible del movimiento de la Cuarta Transformación, su discurso ha buscado retomar algunos ideales revolucionarios y populares, presentándose como el salvador del pueblo frente a la corrupción del viejo régimen.
Sin embargo, su figura centralizadora, su rechazo a las críticas y su control sobre el partido Morena y las instituciones, nos recuerda la permanencia de la sombra del caudillo en la política mexicana.
La elección de su sucesora, Claudia Sheinbaum, es un momento clave que marcará el rumbo del país. Sheinbaum, quien asumirá la presidencia en 2024, enfrenta el reto de gobernar bajo la sombra de López Obrador, tal como muchos revolucionarios lo hicieron bajo la sombra de Obregón y Calles.
La pregunta que se cierne es si Sheinbaum será capaz de emerger como una líder independiente o si, como en la novela de Guzmán, la sombra del caudillo seguirá dirigiendo los destinos de México desde las sombras.
El reto para Sheinbaum será monumental, no solo porque sucederá a una figura tan dominante como López Obrador, sino porque en un México donde las instituciones aún son débiles y la democracia sigue en construcción, el riesgo de que el poder se concentre en una figura única siempre está latente.
La traición y la intriga, tan presentes en la obra de Guzmán, no han desaparecido; simplemente han adoptado nuevas formas en la política contemporánea.
En resumen, “La sombra del Caudillo” es una novela que resuena con fuerza en la actualidad, ya que el caudillismo ha sido un elemento recurrente en la política mexicana.
Desde los tiempos de Obregón y Calles, pasando por el PRI, hasta llegar a López Obrador, el poder centralizado, el control personalista y la traición han sido constantes.
El reto para Claudia Sheinbaum será demostrar que México puede, finalmente, liberarse de esa sombra y avanzar hacia un sistema verdaderamente democrático, donde las intrigas y las traiciones sean relegadas al pasado, y el caudillo se convierta en una figura histórica, no en una realidad presente.