Edgard González Suárez
La desesperación de las derechas en la lucha electoral ha generado una guerra de encuestas, aunque para ser sincero, el término “guerra” solo está en la cabeza de la oposición, porque todas las encuestadoras -literalmente todas- dan amplia ventaja a la candidata de Morena, es decir a Claudia Sheinbaum sobre la candidata de la derecha, en las preferencias electorales para ocupar la presidencia del país.
La desesperación, y tal y como lo señalamos la semana pasada, la primera etapa de la estrategia de los grupos conservadores, es y será imprimir a fondo la batalla por la narrativa, creando figuras discursivas que descalifiquen al proyecto morenista.
Sin embargo, y a pesar de que le han invertido más 20 millones de dólares en dicha campaña -en esta última etapa-, la fortaleza moral de Morena parece no haber sufrido daño alguno. El presidente de la república amaneció la semana pasada con más de 75 puntos de preferencia y apoyo popular. Y la candidata de Morena sigue arriba de las encuestas por más de 20 puntos.
Es necesario destacar que Claudia Sheinbaum se mueve entre el 54% y el 65% de preferencia e intención de voto, mientras que Xóchitl Gálvez se mueve entre 27 y el 32% de intención de voto.
En todas las encuestas, Reforma, Universal, De las Heras, El Heraldo, Mitofsky, GEA, entre otras, en todas ellas, la candidata morenista se mantiene arriba de las preferencias electorales.
No obstante, y después del descontón en el debate, la campaña de la derecha se vio obligada a intentar “emparejar” los cartones y salió con su candidata, sus voceros, y parte del equipo de campaña ha tratar de inocular el triunfalismo Morenista, creando la figura del “empate técnico”, qué según sus promotores, Massive Caller, (la encuestadora panista) no dejaba duda de que la “ganadora” del debate había sido Xóchitl Gálvez, ya que se encontraba en un empate técnico con la candidata de morena.
Por todos los medios posibles, en redes sociales, a través de boths, en tertulias, con conductores y comentaristas, la idea era sembrar en el imaginario colectivo que hay un empate técnico entre las candidatas por la presidencia de la república.
Desde que inicio el sexenio, la derecha se equivocó de estrategia, enfrentó directa y personalmente al presidente López obrador, sin considerar sus niveles de aprobación y sus políticas públicas, la derecha se ensañó con él y su familia; se equivocó al intentar vincularlo con el narcotráfico y asumir que la estrategia del primer mandatario era la responsable de la falta de control del narco en México; se equivocó al querer construir la imagen del gobierno como corrupto, incluso al querer igualarlo a los niveles de Fox, Calderón y Peña Nieto, finalmente, la derecha se equivocó al no tener un programa de gobierno alternativo, y al sumar a su imagen pública a los representantes más detestables de los partidos que sostienen esa coalición.
Ahora, sin haber aprendido la lección, sin haber sacado conclusiones y sobre todo sin haber pavimentado una avenida por la cual la candidata de la derecha pudiera abrirse camino y sumar adeptos, la derecha se vuelve a equivocar en la llamada “guerra” de encuestas, que no hay tal, más bien sigue la guerra de propaganda, que llevará a la derecha al día de elección, desprestigiada, moralmente derrotada, y sin una sólida propuesta para ejercer el gobierno.
Los números son eso números, el verdadero triunfo será confirmado el día de la elección, al final, después de los resultados de la batalla electoral, cada equipo podrá asumir que tanto ganaron o que tanto perdieron. Por lo pronto, yo creo, que si la oposición evita la mayoría calificada del morenismo habrá ganado una batalla, pero si no lo logra, será el peor fracaso que la oposición haya tenido en su lucha desaforada contra la 4T.
