Mtro. Edgar González Suárez
Todas las vacunas o todo tipo de vacunas pueden tener efectos colaterales. No hay vacuna que no presente porcentajes mínimos, casi siempre entre los 10 y 15% de casos con efectos secundarios. Para el caso del COVID-19, las vacunas tienen márgenes de entre 85% de efectividad para casos leves y el 95 y 98% para casos hospitalarios y de riesgo de muerte.
Según los informes de los más importantes centros de salud mundial. Todas las vacunas tienen cargas virales distintas, y compuestos similares, y son fabricadas o producidas bajo estrictas medidas sanitarias y de laboratorio. Hay vacunas que requieren dos dosis y hay vacunas que solo requieren una sola aplicación, es el caso de las vacunas chinas -que son de una sola dosis-, el caso de Johnson y Johnson -que también es de una sola aplicación-; y las más famosas, de dos aplicaciones son Pfizer, Moderna y la Sputnik V.
Entramos con esto por que nuevamente las redes sociales dominadas por la desinformación estuvieron cargando de basura digital los correos, y WhatsApp de los maestros que se vacunaron la semana pasada para seguir difundiendo desinformación acerca de la efectividad de la vacuna, si dos dosis es mejor que una, que hay vacunas que causan dolor y dan fiebre y otras que no. Todo esto como siempre, con el simple hecho de protagonizar polémicas y dejar en las bandejas basura y desinformación. Los celulares de los profesores se vieron inundados de memes, videos, entrevistas, cartones, incluso, ya en medio de esta vorágine, y ante la inminente vacunación, los profesores incluso fueron objeto de obsequios de pequeñas encuadernaciones con los evangelios, palabras de Jesús, guías espirituales para hacer frente a la pandemia, y otras cosillas más.
En un pequeño ejercicio que hicimos a los alrededores del WTC los profesores definieron su voluntad por ir a vacunarse, “porque es mejor estar vacunados que no estarlo”. Esto hace referencia en principio a la confianza que se tiene a la medicina, a los laboratorios, a la vacunación y a los países que las están produciendo. Causo cierta tensión el hecho de que había desinformación en la red a cerca de la vacuna producida en China, que fue la que más se utilizó en la vacunación al magisterio.
Otra respuesta sobre la carga de desinformación vertida en redes fue “No me interesa lo que digan, es necesario vacunarse para regresar a clases lo más pronto posible”. “No me interesan los detalles, supongo que todas las vacunas que están aplicando en el mundo tienen un grado de confiabilidad”. Esto sin duda denota más que habilidad para discriminar información, un deseo casi convulsivo de una parte de los profesores que ya quiere un regreso a las clases presenciales. Otros más aseguraban “la vacuna solo nos previene, pero no necesariamente impide que nos vaya a dar la enfermedad”, otros sostenían “Yo no voy a regresar a clases hasta que no este todo mundo vacunado, maestros, niños y padres de familia” … “tengo confianza, pero hay que seguir cuidándose esto está lejos de acabar”.
En las filas se pudo apreciar a los maestros convencidos y decididos a la vacunación, de hecho, la vacuna no pareció ser el problema. En redes nuevamente se hostigaba al modelo organizativo, con provocaciones como “no nos deben tratar así”, “siempre hemos sido sus conejillos de indias”, “para que citan a tal hora si van a empezar una hora después”, “de seguro van a salir con su sándwich y su yogurt”, otros referían, otros aseguraban “No, decía el player claramente hay que venir desayunados, ni presupuesto deben tener para un sándwich y café”.
Lo cierto Jorge, es que en efecto lo más tedioso fue la espera en filas, pero la verdad que el proceso de vacunación fue ágil, organizado, sistemático y rápido. Es probable que, una vez iniciado tu registro, ya adentro del WTC no hayas tardado más de una hora.
Con forme avanzaba la fila, ésta agarraba velocidad, así hacia las horas finales de los horarios programados podría llegar y sin hacer fila vacunarte en 25 minutos. Esta voz se corrió, y en efecto, muchos maestros decidieron llegar sobre los limites del cierre, a la 1 en el turno de la mañana y a las 7 en el turno de la tarde, los módulos abiertos siempre dieron atención a los docentes que requerían la vacuna. En resumen, a diferencia de la basura digital y la desinformación, el proceso se llevó a cabo sin grandes atorones. El escollo más fuerte fue cuando se acabaron las vacunas el jueves, pero en menos de 1 hora se reestableció el procedimiento, y el viernes, que sí tardo más y la zona naval tuvo que utilizar las vacunas Pfizer para terminar con éxito la vacunación al sector magisterial.
Pues con toda la experiencia en vacunación que tiene nuestro país y sobre todo el sector salud. Esta avanza poco a poco, y sin mayores dificultades. Esperemos que así continúe.